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Un aspecto importante con respecto a este tema era la cuestión del nombre. Al no ser llamadas con su nombre de identidad era vivido como una violencia muy importante hacia sus derechos. El tema era que los derechos económicos, sociales y culturales, los que se violan por omisión por parte del Estado no por acción abusiva del Estado, estaban asignados de acuerdo al sexo atribuido al nacer, porque era lo que figuraba en el documento. Entonces, si una travesti se enfermaba, ¿en qué sala la iban a internar? Y todavía ahora, en qué sala van a internar a una persona transgénero. ¿En aquella que se lea en su documento o en aquella que se lea en su genitalidad? Hago estas preguntas para movilizar nuestra imaginación y pensar que los derechos no están divididos en dos categorías exhaustivas, excluyentes y dicotómicas como varón y mujer, sino que aquello que cuente como varón y mujer, a pesar de que son las categorías que el Estado permite, con la ley de Identidad de género han tomado una diversidad y pluralismo enorme.