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Hasta hace muy poco tiempo la violencia contra las mujeres no se enmarcaba en los marcos legislativos, como pasaba en el caso mexicano, y no se reconocían por los gobiernos de los países. La Convención de Belén do Pará fue el paradigma que logró romper con esta justicia y exigir, prevenir y erradicar todo tipo de violencias contra las mujeres. Todavía me atrevo a decir que existen obstáculos de carácter operativo que hacen de la capacitación en perspectiva de género un deber ser del Estado.